Todo sucedió en el año 1816, donde una señora natural de Huamanga Melchora Salas, hizo amistad con la señora Conce Huisa y por sus consejos adquirió una pequeña parcela de tierra para en ella construir su casa habitación junto a la corpulenta piedra MACULE, por lo que imitando a sus vecinos adquirió varias ovejas teniendo como pastor a Justo Condorcule, quien un día de mayo de 1817 en horas de la mañana vio con asombro que a flor de tierra aparecía una cabeza de semejanza humana, y luego de contemplarlo corrió a dar aviso a doña Melchora Salas.
Luego del descubrimiento, la señora Salas y el pastor indagaron sobre lo descubierto, excavando hallaron en una envoltura de balleta de color blanco un cuerpo inerte, moldeado en yeso, un busto de medio cuerpo sin extremidades y que representaba la imagen de Jesucristo; sin desenvolverlo lo llevaron a su casa. Este suceso comunicaron al Párroco Manuel Ascensión de la Roca, quien luego de varios días se presentó en el lugar del acontecimiento, observando el busto manifestó que la efigie era una verdadera joya de los españoles que lo dejaron enterrada en el sitio que lo encontraron, recomendando a la señora que si tuviese dinero lo hiciese accabar para colocarlo en una cruz.
La señora Melchora Salas desajenando sus bienes y recolectando fondos de la población indígena y de los residentes huamanguinos contrata los servicios del escultor huamanguino apellidado Enciso, quien realiza los estudios anatómicos del busto, llegando a señalar el costo del trabajo por 200 pesos fuertes. El escultor culmina la obra, y en el momento de colocarlo en la cruz, nota que los brazos del Señor resultaban muy grandes, por lo que vuelve a hacer la obra quedando completamente adecuado al cuerpo del Señor.
Después de la entrega de la obra, el Párroco comunica de este hallazgo al sacerdote Jesuita, invitándolo a ver la escultura, quien por su entendimiento en escultura manifiesta que la faz del rostro era muy impresionante, así como el busto era una maravillosa obra, en cambio las extremidades estaban deformes en especial el fémur y la rótula de las piernas que eran muy abultados, toscas y el brazo izquierdo mas grueso que el otro y los pies desiguales, negándose el escultor a rehacer la obra, sin embargo por una trasnochada que tuvo con sus amigos falleció a causa de una neumonía, considerándose este hecho como castigo por su actitud negativa.
Pasado este acontecimiento, se confirma la venida de Huamanga de un pintor y escultor de nombre Ciprian Guillén, quien se impresiona con la faz del rostro, mostrando su desacuerdo con uno de los brazos que se notaban grotescos y piernas pronunciadas y delgadas, defectos que se compromete a corregirlos por el monto de ochenta pesos. Mientras se reparaba los defectos de la imagen, la señora. Melchora Salas sugiere al párraco que en la misa dominical haga un llamado a los feligreses de Chaupi, a fin de que construyan una Capilla, el cual tiene aceptación y los indios de Chaupi, entre hombres y mujeres comenzaron a elaborar adobes, mientras que los Huamanguinos les proporcionaban comida, coca, aguardiente y cigarros para los peones, techando la capilla en Noviembre de 1818, convirtiéndose según la historia esta capilla en la primera de Puquio.
El escultor culmina la obra y lo pone en la cruz y luego de dar su pincelada al blanquecino cuerpo llama al párroco y a la señora Salas para que den su parecer, quienes dan su aprobación y lo felicitan por lo perfecto de la obra. El 15 de setiembre de 1818, toda la población tanto de Chaupi y los barrios inmediatos acuden a expectar la obra terminada, quedando maravillados, acontecimiento que se celebró con una serie de fiestas inclusive con pastores y huaylias. El Obispo de la Catedral de Huamanga, ordena al párroco para que previa las ceremonias rituales bendijera la imagen con el nombre de Señor de la Ascensión, hecho que se realiza el 25 de octubre de 1818, por lo que la señora Melchora Salas obsequia una corona de espinas así como las correspondientes potencias.
Durante el evangelio, el sacerdote exhorta a los concurrentes para que trasladen al Señor de la Ascensión a su Capilla, por lo que al siguiente día acuden todos los vecinos de Chaupi y con devoción nunca antes vista lo trasladan al son de repique de campanas, dando su mensaje de amor y esperanza el sacerdote, declarándolo Patrón del Barrio de Chaupi.
* Esté fue uno de los más grandes mitos oidos de un pueblo.